La amistad que el tiempo robó

¿Recuerdas cuando reíamos? ¿Recuerdas nuestros ratos por el campo? ¿Recuerdas los juegos, y como se iban pasando las horas?


¿Recuerdas siquiera esa amistad tan pura y sincera? Cuando hacíamos tonterías, cuando hacíamos travesuras que me daban cierto temor hacer. Cuando mirábamos al cielo y buscábamos estrellas fugaces. Cuando jugábamos a las aventuras fingiendo ser más valientes de lo que eramos...


Todo eso ya está muy atrás en el tiempo. Todo eso parece ya tan solo tiernos recuerdos de una infancia ya perdida que ha quedado cubierta por el polvo de los años. Pero tú pareces no recordar nada. Porque ya es imposible quedar contigo sin que una fugaz excusa aparezca y nos separe. Porque ya ni me escribes, no me buscas, y cuando lo haces acabas por cancelar los planes. Porque me dejas para lo último, para el plan si te fallan los demás. 
¿Jamás pensaste como me afectaría eso? Me siento esa amiga de reserva, el postre que a veces ni te comes porque estás llena.


¿Pero sabes? A veces el postre se acaba, pues alguien lo ha tomado antes que tú.


Si no te interesa la amistad que una vez floreció, dímelo. Corta el lazo. Dime la verdad. Pero no cubras de silencio la brecha que se abrió. No riegues de excusas la distancia y el tiempo que corre. 


A veces, dejar ir una cosa duele menos que mantenerla, sobre todo cuando te esta haciendo daño. Cuando te corta la circulación y llevas contigo unas pesadas cadenas. 


Es normal que el tiempo cambie a las personas. Aparecen otras, se hacen nuevos grupos, se separan amigos de corazón. Supongo que no me queda más que aceptarlo. Supongo que esto es lo que queda. Supongo que dejarte ir es lo mejor.


Quizás un día regreses. Quizás alguna noche mires a la luna y recuerdes las voces de aquellas niñas que se divertían y observaban juntas el cielo. Y quieras volver a esa época, aferrándote a los fantasmas que quedan de ella.


Pero a lo mejor ya será tarde.


Solo la estrellas guardarán las huellas que dejó una amistad que el tiempo robó.




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