Navidad de Peter Pan

Mi niña interior llora. 

Llora por el pasado que se esfumó. Por la magia de una navidad que ahora emigra al Polo Norte para nunca volver. Para congelarse y solo permanecer como un recuerdo gris.

Llora porque el mundo que creía estable se derrumba hoy. 

Porque la magia de la niñez va desapareciendo con el paso de los años, quedándose como estelas que van muriendo lentamente. Y se queda encerrado en nosotros el niño que una vez fuimos, que se queda dormido entre lágrimas cristalinas.

El mundo cambia. Las personas también. A veces los lazos se debilitan, y las fotos y recuerdos se llenan de polvo. Esa esa realidad al crecer, al ser consciente de la realidad.

Y aún queda el anhelo de volver al ayer. De rodearse de aquella calidez familiar, de esa felicidad llena de inocencia que carece de preocupaciones.

Ahora entiendo el miedo de Peter Pan por crecer. Ahora comprendo el terror por perder aquella ilusión del niño, la paz del alma, la risa de la inocencia. El ppánico que los recuerdos se queden tan solo como tristes huellas que muchos olvidan.

El espíritu navideño parece pequeño hoy. 

Por eso, debemos apreciar hasta las más pequeñas cosas, para conservarlo, para volver a soñar como cuando eramos niños, aunque sea tan solo una utopía. Porque no estaremos completamente solos aunque eso parezca. Hemos perdido cosas, pero hemos ganado otras.

Por eso felices fiestas. A vosotros, a Peter Pan y a la niña que habita en mi interior.

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