Ansiedad que me atrapa

 Ansiedad. 

Ansiedad que me mata por dentro.  Angustia que trepa por mi garganta y se instala en mi pecho. Mis pensamientos se nublan y se convierten en feroces tormentas de las que quiero escapar. Regresan aquellas emociones intensas y desgarradoras. La soledad me envuelve y se siente pesada. Sola. Estoy sola y me ahogo. Me siento atrapada en un lugar hostil lleno de pensamientos que me empañan la vista. 

Ansiedad que vuelve cuando regresa la luna. Una de esas que te ahoga, que te convierte en tan solo una sombra temblorosa. Toda la inseguridad se acopla detrás de mí y se convierte en mil fantasmas de frías manos. Me persiguen, se burlan, se ríen.  Ellos están ahí, esperando a que vuelva a derrumbarme para robar mis lágrimas. Intentan arrastrarme a lo oscuro, allá donde no pueda pedir ayuda. 

Mi voz quiere salir en forma de un grito que nunca aparece. Quiero que alguien me escuche pero la ansiedad se lleva palabras que nunca llegan a decirse. Está frío aquí. Duele y me marchito como una flor sin sol. Si extiendo mi mano, ¿quién la alcanzará? Probablemente sólo una sombra de lo que nunca será.

Ansiedad que me susurra cosas que no son. Ansiedad que me hace caer. Mis lágrimas son su alimento y mi inseguridad su sustento. Me da miedo mostrar aquella parte de mí que intento retener. Me da miedo hablar, porque si lo hago no sé qué pensarán de mí. Hay algo en mi que quiere escapar pero se queda tan solo en lágrimas llenas de significado que nadie descubrirá. Me da miedo herir a alguien, o hacerle cargar también con esto que tanto me pesa.

Atrapada. Sola. Estoy sola y quizás pronto ya nadie pueda alcanzarme. Tengo miedo del qué pensarán. Tengo miedo de dejar ver aquella oscuridad que quiere salir. Me mata por dentro como un veneno y me envuelve con su abrazo silencioso. 

La vergüenza se mezcla ahora con un sentimiento de dolor. ¿Qué hice? ¿En qué me convierto cuando aquel monstruo aparece? Me hago solo una silueta difusa que nadie ve, un susurro hiriente que nadie controla. Está tejido de ira y dolor, de emociones a flor de piel que no quise dejar escapar. 

Es esta ansiedad mi tormento. Me acompaña, callada y eterna, y me coge la mano cuando intento escapar de ella. Me hace sentir que molesto a todos. Ella, y solo ella, me susurra que calle. Me habla y en sus palabras dice cosas tan hirientes que me convierten en nada. Qué angustia, qué rabia, qué cruel es sentirse tan impotente. 

Oh, ansiedad, qué irónico es que seas tú mi única y eterna compañera.



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