Heridas de infancia

Cuánto duelen aquellas heridas. Esas que no se ven a simple vista. Esas que están grabadas en nuestra alma. Esas que se crearon en la infancia y que de una manera u otra acaban consumiendo tu presente. Roban tu tiempo, tu salud, tu alegría.

Esas que te provocan sentimientos de soledad y rechazo. Esas que susurran cosas que no son verdad. Las que provocan que aquel niño que fuiste llore dentro de ti hasta hacerte sangrar. Las que hacen que te duela tanto sentirte apartado de los demás, escuchar gritos, sentir que los demás empiezan a tratarte diferente, notar que otros hablan a tus espaldas. 

Hoy esas heridas vuelven a escocer. Nunca se han ido aunque parezca que sí. Me consumen lentamente hasta convertirme en una mera sombra llena de remordimiento, miedo y ansiedad. No recuerdo qué las causó, pero ahí están, eternas compañeras de las que no tuve culpa. La niña que fui parece llamarme, pidiéndome que la salve otra vez. Preguntándome por qué la tratan así y si se lo merece.

No puedo hacer otra cosa que aguardar a que todo pase. Hasta que la inseguridad vuelva a irse y la tormenta amaine. Mientras, esas heridas laten tan fuerte que apenas puedo escucharme a mí misma. 

Cuánto duelen, y qué poco caso les hacemos. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Querida yo

Cansada